había una vez un mar El mar Aral nutría de peces, trabajo y buen clima a Moynaq, en la República de Karakalpakstán, región autónoma de Uzbekistán. A finales del siglo XIX la Rusia del Zar la transformó en una zona algodonera; décadas más tarde Stalin implementó el Gran Plan para la Transformación de la Naturaleza. Hasta que el monocultivo condujo a una tragedia ambiental: los canales de irrigación secaron el mar y salinizaron las tierras. Crónica de un mar devenido desierto.