nadie sabe lo que teme un cuerpo

El triunfo de Javier Milei desató algarabía entre sus seguidores pero también miedo por el futuro inmediato entre los sectores que todavía no pueden creer que una fuerza de ultraderecha haya llegado a la presidencia. Seis personas entremezclan pasajes de su historia y una mirada tensa sobre el futuro inmediato.

El que quiere puede tener plata. Estudiás, terminás la secundaria, te recibís y buscás un mejor trabajo fuera de la villa. Yo quiero ser futbolista profesional. Ahora tengo 14, en dos años me voy a poder anotar en un Mc Donald’s para conseguir mi plata y no andar robando. No es muy difícil. Milei no me da miedo. Massa me daba miedo. Lo que pueda hacer con Argentina: más pobreza, hiperinflación y más planes. Los planes son para ayudar a la gente y para los jubilados. Pero no llegás ni a fin de mes con los planes, son mínimos. Son una banda: más pobres, más planes hay. La gente no quiere trabajar, quiere tener planes, se aprovecha de los impuestos que pagan los ricos. También hay poco trabajo. No hay trabajos que pagan buen sueldo y por eso tienen que vivir de planes. Me gustaría que haya economía estable, más seguridad y borrar las villas. Si fuera presidente tumbaría todo. Quiero ver un cambio en Argentina. Massa es lo mismo que estuvimos votando siempre y por algo el país está como está, hecho mierda. Económicamente, en la seguridad, la educación. Yo lo veo así por el barrio, en la villa que estamos. Veo falta de educación, pobreza, inseguridad. Algunos pibes son maleducados, no quieren ir al colegio, no hacen caso, roban. [Si hubiera podido, hubiera votado] a Javier. Puede cambiar el país y bajar la inflación. Todos los jóvenes votan a Milei porque saben que va a cambiar el país. Todos los anteriores votan a Massa. Mis papás no votaron a Milei, mi familia votó a Massa. Yo les pregunté y me dijeron que soy muy chico para hablar de política. Milei va a arreglar todo lo que hicieron Massa y el kirchnerismo. Cristina cobraba 9 millones de jubilación y ahora va a cobrar la mínima. Era él o los mismos de siempre. Cristina va a caer presa, por chorra, puta de mierda. Cobraba millones, vivía de lujos esa. Tenía privilegios y eso se acabó. [Se pone serio]. Había muchas noticias falsas. Yo me enteré todo por Internet. Videos que me aparecían en YouTube. Es mentira [que todo el mundo va a andar armado]. Eso es para manchar a Milei, para que no lo votaran. Lo de la venta de órganos y esa mierda. Todo para manchar a Milei. Mi compañero piensa que Milei los va a mandar al Servicio Militar. Él lo propuso para los que no trabajan ni van al colegio. Pero yo voy a estudiar. Me re voy de la villa cuando tenga 18. En una villa te vas a la esquina y hay un pibito de 12 años con un arma. Están tomando drogas a esa edad. Seguridad es lo único que pido. En la esquina se la pasan robando autos, a los autos que pasan. Los paran a punta de pistola. Acá la policía no entra. Tampoco la ambulancia. Si te roban la ambulancia no te lleva, te morís desangrado. Si tenés plata te vas a ir de acá, a un barrio privado. Le das plata a alguien y lo primero que hace es irse de la villa. Porque es muy inseguro. ¿Vos de dónde sos?

Estudiante, 14 años. Villa 21-24, CABA.

 

cuadro militar
 

Llegué a mi casa tarde, vi lo que había ocurrido. Al día siguiente, lunes a la mañana, tenía que ver a mi dentista y tenía alumnos. Muy ahí, para arriba. Después volví para casa y empecé a caer, a pensar “¡uy, no!”. A escuchar más las noticias. Y me deprimí. Me preguntaba: ¿tendría que llorar? Pero no me salía. Estaba preocupadísima. Ya venía con preocupaciones, sintetizadas en la pregunta ¿por qué tenemos que vivir así? Con esta incertidumbre voté a Massa. ¡En mi vida pensé! [Ríe]. Soy del grupo que votó contra Milei. Nací en Bahía Blanca. En los 70 comencé a militar en la Juventud Peronista. Mi compañero fue secuestrado por la Triple A en el 75. En el momento en que me mudé acá, me desvinculé absolutamente de la JP. Con él habíamos hablado de eso, viendo la peligrosidad. En el 78 me secuestran de mi casa con mi hija de cinco años, pero los convenzo para que la dejen con un familiar. A mí me desaparecen por 45 días en el pozo. Me parecían 45 años, situaciones inimaginables. Después me dejan con libertad vigilada. Salí en un estado deplorable, muy larva. A lo largo de un año tuve una persona que venía una vez por semana al departamento, dejaba su arma sobre la mesa. Me acompañaba mi abuela. La primera vez que sube el milico, ella le dice: “Usted guarda eso de inmediato. Porque acá hay una criatura”. ¡Mi abuela! Muy valiente. El tipo tomaba un café y se iba. Una pesadilla. [Hace una pausa]. Durante la militancia, el miedo a que me engancharan era corporal: taquicardia, transpiración posta. Y después de todo lo que viví, quedé con terror. Me habían dicho que nunca los reconociera en la calle. Y una vez me acuerdo de que había ido a entregar un trabajo por la 9 de Julio y se paró un auto: era el Turco Julián, uno de los que más me torturó, y gritó mi nombre. Me decían “Flecos”. Me desmayé en la vereda. Eso fue… ¡wow! [Hace una pausa]. Ahora el miedo es totalmente distinto. Me re asusta lo que pueda suceder con ANSES, yo soy jubilada. La pérdida de derechos, la represión, que nos caguen a palos. El ataque a la militancia por los derechos humanos, a la militancia por las diversidades, al feminismo. Y también, por ejemplo, que se la tomen con gente que vean por la calle. Estos de La Libertad Avanza son como el medioevo. La maldad. Yo siento que viene la maldad. La destrucción. Está él, que con su carisma… Y ella, que es un cuadro militar. Entonces, de pronto, ¡volver a escuchar esas reivindicaciones, y sobre todo que a la sociedad le importe tres cuernos! Eso me mata.

Artista visual, jubilada docente, 69 años. Almagro, CABA.

 

guerra interna
 

Creo que me ubico en una posición política y no en otra por un tema psicológico o por la historia que me toca. Tengo un problema de clases, mi guerra interna. Me ubico en una clase despreciada, con un rol muy secundario en la sociedad. Soy del Chaco, vine de chico. Viví con la idea de que ser de las provincias era ser inferior. En la escuela lo empecé a sentir. Había comentarios que hoy sonarían clasistas, pero en esos años eran comunes. Sigue eso en algunas personas. Parece que todo pasara por Buenos Aires. Pero, si nunca hubiera salido del Chaco, tal vez estaría en la misma situación con otros parámetros. Nada más que me puse el traje de esta situación: un provinciano en Buenos Aires. Vivía en un ambiente muy hostil en algún aspecto, un conventillo. Y creo que, por no hablar de esos conflictos con otros, me fui creando  especies de compensaciones. Antes votaba a la izquierda, mi raíz está ahí, pero después vi como una lucha de poder entre dos fuerzas y a la de la izquierda la vi insignificante. Quiero lo que ellos pregonan, como muchos, pero se podrían sumar y provocar un cambio desde adentro. Sus dirigentes no me representan. Y creo que no soy apto para un movimiento, para emprendimientos colectivos, porque me parece que soy muy egoísta, no sé trabajar en equipo, o no tengo mucho para aportar. También veo todo muy contaminado. Por eso me parece que esta alternativa de un salto al vacío fue muy bien aceptada. [Hace una pausa]. Cuando tenía 14 años, había una proliferación de movimientos revolucionarios armados. No me enganché por miedo. Hoy escucho mucho “con los militares estábamos mejor” entre gente que trato cotidianamente. Yo me aterroricé leyendo los testimonios de gente que fue secuestrada y torturada. Las cosas más atroces que se te puedan ocurrir. Eso sí me predispuso al miedo a situaciones de persecución del Estado, a sentirme perseguido a la noche, aunque no esté en nada. Cuando veía un patrullero sentía temor. Con Macri empecé a sentir de nuevo eso y ahora también. Pero el miedo es distinto. Tengo miedo de que mi dinero en unos meses valga la mitad. Tengo pocos años de aportes jubilatorios y en este período se sancionó una ley que permitía pagarlos de a poco. Y me da miedo de que no se dé, porque tengo turno para el 20 de diciembre en ANSES. También tenía el horizonte de dejar de alquilar, la situación de ser inquilino es terrible. Dejar de alquilar y jubilarme. Más allá de eso, ya estaba fuera de todas las expectativas, estaba viviendo como un autómata. Voté a Massa para que no ganara el otro fundamentalmente. La situación económica actual es muy mala. Entiendo que no es porque él quiera que vivamos para la mierda, sino que es parte de un tironeo de fuerzas terribles, que no conocemos muy bien. Pero estos días estoy deprimido realmente, haciendo un duelo. Con pocas ganas de hacer cosas, me atrapó la pantalla y el sedentarismo. Ya me venía pasando, eh, pero esto me desesperanzó del todo. Podría no enterarme, pero es tan terrible que lo voy a sufrir en carne propia. Mi bajón también es por el deterioro físico, por la edad. [El tono es risueño]. A eso se le suma esto, que podría considerarse una pérdida ideológica en mi lucha interna con el mundo.

Comerciante informal, 64 años. Lugano 1 y 2, CABA

 

décimo quinto triple
 

El Estado deja muchas familias abandonadas, casi que ni existe en el barrio. No tener agua, luz, o la cloaca que te rebalsa todo, ya es una violencia del Estado. Lo único que veo es pobreza, incendios, inundaciones. A pesar del laburo que hacemos y a pesar del laburo de las otras organizaciones, hay situaciones de pobreza que no cambian. Yo trabajo en el marco de La Poderosa, en la Villa 21-24, doy talleres de costura. Me acerqué para enseñar, participar y poder salir también de mi casa. Antes era mi laburo, mi casa, mis hijos y no conocía ni siquiera cómo se llamaba mi vecina de enfrente. Un día no soporté más. Mi hijo empezó fútbol en La Pode y pregunté si había algo para hacer. [Cambia de tema]. El domingo estaba con mucha preocupación y ya estaba en el mañana: “qué trabajos puedo hacer para que ingrese dinero a mi casa”. No tengo ni siquiera la primaria terminada. Se me cruzaron un montón de cosas por la cabeza. Estaba para atrás, muy bajón. Después dije “si me tiro abajo no voy a ganar nada”. Tengo nueve hijos y cuatro nietos. Ellos me dan fuerza, porque me dicen “ma, quiero pan” y tengo que conseguir sí o sí. El papá no genera nada de aportes. Viene de vez en cuando a verlos un rato y se va. Yo me levanto todos los días a las 7 de la mañana y termino durmiendo a las 12 de la noche. A veces no estoy en todo el día en mi casa porque lo estoy laburando el plan, que [nos] dicen “planeros, vagos”. Me produce un montón de bronca y ganas de decirles “vení y fijate el barrio cómo está”. La angustia siempre está. A la mañana, al mediodía, a la tarde, a la noche. Si mis hijos me piden para comer y no tengo, ¿qué hago? Esta vez no sé cómo vamos a hacer porque no va a haber ingresos, no sé cómo va a estar el Ministerio para ir a reclamar. Ya venía haciendo trabajos de construcción, electricidad, costura, porque mis vecinos me dan changuitas. Venía llegando al mes pero apenas. Lo voté a Massa porque al menos podíamos reclamar a alguien sin que nos repriman. Pero Milei no sé si nos va a escuchar, van a salir a lastimar gente. Vamos a salir pero sabiendo lo que va a pasar. Son un montón de cosas y no sé describirlo bien. Das un paso y te da miedo si lo das mal. Va a ser bastante durísimo. Todo lo que él está proponiendo es sacar cosas a las familias que están empobrecidas. Lo que me toca a mí, imaginate. Trabajé de chica, mi papá nos pegaba y nos hacía laburar vendiendo cosas en la calle y pidiendo. Sufrí mucha violencia familiar. Tuve a mi hija más grande a los 15 y empecé a laburar en casas de familia. Me re explotaban. Después decidí vestirme como hombre para poder laburar en construcción, porque se ganaba el doble. También cartoneaba, viví abajo de un puente ocho meses, pero mis hijos jamás salieron a trabajar o a pedir. Mi esfuerzo valió. Pero nunca el esfuerzo que uno hace es suficiente. Me costó con el gobierno anterior, con este voy a tener que hacer el décimo quinto triple de laburo para que me alcance.

Costurera, 42 años. Villa 21-24, CABA.

 

el fantasma
 

A mí me dio mucho miedo. Mi domingo fue re triste, el lunes también. Fue una semana triste. Siento que hay mucha gente con odio, gente violenta que son fanáticos de esta persona, o personaje. Y ahora van a tener este aval para la violencia. Hay muchas cosas que no puedo entender de la gente que lo votó. Quizás sí es esto del odio y del país como está, pero no se dan cuenta también de que se perjudican y también perjudican a los suyos y al otro. Siento que retrocedimos y se sintió ese miedo en el cuerpo también, o la incertidumbre. Trabajo en el Ministerio de Desarrollo Social y ahí me preguntaban, anotaban fechas de los que habían llegado hace poco para ver qué hacer si nos sacan. Hoy en lo económico la voy piloteando. Esta casa es de mi vieja pero cuando alquile va a estar jodido porque el sueldo del Ministerio está precarizado. Por eso también tengo que agarrar horas de docencia. Sé que a partir del 10 de diciembre empieza a unificarse todo, ya no sería más Ministerio de Desarrollo sino Capital Humano. Estamos todos preocupades. Yo fui la primera camada del cupo laboral trans. Soy una persona trans, estoy hormonizándome, también. Me hice la cirugía gracias a la obra social, me falta la segunda, pero ahora está todo complicado. Todavía sigo sintiendo el peso del binarismo, porque yo no me considero un varón trans, sino una masculinidad no binaria. Y también veo prejuicio en esto. Ven un poco de barba y te identifican como chico. Antes era más pesada la cotidianidad. Era una paja. Todavía me pesa, pero hoy estoy más seguro, mejor posicionado y sé quién soy. No es problema decirlo. Cuando hice el documento, cambié mi nombre y mi género, me sentí libre. Porque sentía esa mirada, tenía barba y me llamaban “Daniela Benítez”, era muy incómodo. Era como volver a nacer. Cuando empecé a hormonizarme y empecé a ver los cambios, fue… ¡fa, soy yo! Antes estaba re apagado. Es más, recién ahora estoy disfrutando de mi sexualidad, es mucho para mí. Tuvimos un montón de derechos con el kirchnerismo y ese es el miedo ahora, de todo lo que plantea Milei, de derogar las leyes, y siento que ya se está haciendo realidad. La ley de identidad de género, la ley de cupo laboral trans, la ESI también, la ley del aborto. Massa tampoco me representaba, pero si ganaba iban a seguir los derechos que ganamos. Ahí radica la principal diferencia. No nos íbamos a salvar, creo, pero un montón de cosas no iban a pasar. Yo recibí comentarios transfóbicos horribles y siento que las personas estas son re violentas y con este aval pienso… no sé… algo terrible… cagarnos a palos…. matarnos, por no opinar como ellos. Está ese fantasma. 

@_dan_benitez_ , artista visual, 35 años. La Matanza, Buenos Aires.

 

los abuelitos
 

Yo no voto. El día de las elecciones seguramente estaría bailando o haciendo arte porque es lo único que me hace bien. Un poco para apagar los sonidos del barrio, porque tenía esa cosa mundialesca. Las elecciones tienen eso, el mismo sistema te lleva a tener que elegir a uno u otro. No abrí las redes porque no tenía ganas de la locura del miedo y de las palabras típicas: “lo que se viene”, “se pudre todo”, “nuestros derechos”, y “Abuelas, perdónennos”. Me dan ganas de bostezar… [Cierra los párpados]. ¿Perdón, Abuelas? Me parece subestimar a las Abuelas o a las Madres. Ellas son un símbolo de lucha autogestiva. En tiempos de terror empezaron siendo pocas y terminaron juntas muy fuertemente. Entonces, pedir perdón como si fueran las abuelitas chiquititas que están ahí tejiendo. [Hace el gesto]. En Internet uno se va contagiando. Como esa frase “Más amor, por favor”, que la odio. [Ríe]. Yo iba a estar igual si ganaba Massa, porque soy autogestiva, siempre tengo que estar buscando herramientas. La autogestión tiene un lugar de libertad para trabajar tu seguridad y a partir de ahí hacer el camino que tengas ganas. Después surge cómo querés manejarte colectivamente. Para mí es muy político. Sí puedo preocuparme por lo que se viene, y me ocupo. Pero no dejo entrar el miedo. Rebota en mi cuerpo enseguida. No creo en el miedo como lugar de transformación. Te mete hacia adentro, no creés en vos para poder dar esa pisada que sea contagio, para que la pisada sea colectiva. Lo aprendí a los 7 años, en el 76, cuando secuestraron a mi papá. El miedo es suave al lado de lo que significa en tu cara ver el terror. Mi mamá, después de semanas de terror, nos abrazó y nos dijo: “Tienen que seguir yendo a la escuela, seguir en la puerta de casa jugando con sus amigos y amigas. Yo tengo que trabajar el doble. Van a estar más solitos, pero nos vamos a acompañar”. Eso hace que yo camine hacia adelante atravesando un montón de injusticias individuales y colectivas. El terror es como cuando sos chiquita y ves una película de miedo pero ves que son monstruos de verdad. Porque siendo niña viste cómo pueden matar a la persona que querés delante de tu cara, cómo pueden violar, cómo puede reírse un milico de un niño que está asustado. Lo ves en carne viva. Es al hueso. Sentías eso en el aire, que esa persona que un día vino y por ahí te mataba quizás estaba agazapada a la vuelta de tu casa y podía volver a hacer lo mismo. Cuando mi mamá nos dijo “hay que salir”, me junté con mis pares porque yo quería jugar. Hay lugares donde nadie se puede meter aun sintiéndote prisionero, que es tu imaginación y tu sensibilidad. Si eso te lo tapan, sonaste. [Piensa]. Cuando hacíamos los escraches con H.I.J.O.S., hablábamos de que ese viejito que vos ves caminando con el bastón, que parecía un abuelito divino, resulta que era un tremendo violador, genocida, asesino, torturador. Eso era muy fuerte, porque no era solo la cara visible de Videla sino que eran asesinos, que vos los mirás y decís “ay, qué lindo el abuelito”, pero resulta que después te torturaba. [Se ríe]. Nunca se fue el enemigo. Me parece una cosa muy cómoda por parte de la militancia que se apropió de los derechos humanos y hubo un adormecimiento. Ahí entra el enemigo. Nunca creo que los derechos sean muy reales. El logro de los derechos fue de la calle, no de los gobiernos. La represión siempre la hemos visto. Por ahí parezco de otro planeta, obviamente que si hay sangre va a ser un bajón, obvio que da escalofríos, pero yo sigo creyendo que el miedo no es transformador. En los 90 nuestro enemigo iba a ser quien gobierne, eso estaba clarísimo. Cuando se perdió eso, empezamos a adormecernos. Y no tenía que ver con el odio, tampoco estaba el amor, tenía que ver con qué inventamos.

Trabajadora de la danza, 54 años. Floresta, CABA.