la operación de netflix
Sobre El Mecanismo, la serie que indignó a Lula y a Dilma.
Corría abril de 2016 cuando Netflix anunció con bombos y platillos que iba a producir una serie sobre la Operación Lava Jato, la investigación judicial por corrupción que terminó con el Brasil del siglo XXI. Los realizadores serían José Padilha y Elena Soares. La noticia generó la expectativa a la que es adicto al gigante norteamericano del streaming, y no sin razón. En los papeles, Padilha parecía la persona indicada, tanto por su retrato obsesivo del infierno de plomo carioca (Ônibus 174, Tropa de Elite) como por sus antecedentes en Netflix (Narcos). Se esperaba una explosiva síntesis de técnica, recursos, obstinación y espectáculo para convertir el terremoto político más importante de la última década y media en Sudamérica en un imán de pantallas. Y El Mecanismo es eso. Pero también es un notable ejercicio de deshonestidad.
En su primera temporada, estrenada en marzo, la serie plantea una relación incómoda con su tema, que es la corrupción institucionalizada. Se basa en un libro publicado en 2016, pero según Padilha “está inspirada libremente” en el Lava Jato y “retrata la historia de forma imparcial”. ¿Inspiración o retrato de la historia? Esa dualidad hace estragos, porque por muy ficticio que se pretenda el guion de Soares, nunca deja de enfatizar la referencia a algo muy concreto. El Mecanismo no duda en opinar fuerte pero por las dudas corre el arco; se declara dramatización pero exige ser vista como documental. El resultado es timorato, un nihilismo de fin de semana perfecto para los indignados por la República. Con eso podrá presentarse en la prensa hegemónica, hacer rabiar a algunos y justificar los gastos promocionales de Netflix, pero es imposible sacarse de encima el resabio a canallada que la serie arrastra.
rimas voluntarias
Es cierto que Padilha y Soares sacaron a bailar a la más fea. Entender todo lo que implica el Lava Jato en Brasil se vuelve casi quijotesco. En cuatro años el Lava Jato impugnó la democracia acuerdista brasileña exponiendo sus miserias, devino arma política poderosísima y volátil y encendió la chispa de la brutal reacción de una derecha harta de perder elecciones contra el PT. Hoy es un agujero negro que sumergió a Brasil en una crisis sociopolítica, económica y cultural insondable. Y no para. Porque no tiene inocentes, pero tampoco nadie que lleve la voz cantante. Hizo estallar una batalla campal y cínica por sobrevivir donde cada uno delata a los superiores y maniobra para embarrar (más) al adversario. Por esta misma razón destroza a todo aquel que la explique con principios altisonantes o simplismos.
El Mecanismo busca captar esa complejidad dramatizando el nacimiento de la investigación, pero se impacienta y diluye años de desarrollo en ocho capítulos. El elenco hace lo que puede, pero ningún personaje queda en la memoria. O quizás deberíamos decir persona, porque la serie calca los gestos, tramas y personalidades de varios de los implicados en la operación de forma inconfundible, sin matices. Hasta los nombres riman. Así, se invalida como “ficción inspirada en”: es ridículo pretenderse “libre” cuando cada figura real, cada suceso y cada institución tienen una imitación exacta en la ficción.
De ahí a la parcialidad hay un paso, que se da cuando se adjudica sin vueltas a Lula y Dilma Rousseff a la malévola arquitectura de la corruptela. Por las dudas, El Mecanismo refuerza esta hipótesis con un vicio de las series “serias”: el off didáctico y pontificador sobre los personajes. Se pregona que “son todos malos” con tanta bronca que de a momentos resulta involuntariamente cómico.
la libertad según odebrecht
No se puede leer bien la operación Lava Jato con categorías argentinas por la simple diferencia de que Brasil constató la corrupción en dimensiones grotescas. El 40% de sus legisladores en ejercicio tiene causas pendientes en la máxima instancia judicial. Veintiocho partidos recibieron coimas. Odebrecht tenía en su organigrama un departamento especial para transferirlas. El juez del Supremo Tribunal Federal que supervisó el proceso durante años murió en un misteriosísimo accidente. Aécio Neves, el golden boy de la derecha “presentable” que acusaba de corrupto al PT en las presidenciales de 2014, quedó procesado por una grabación del año pasado donde pide sin mosquearse 2 millones de reales (unos 12 millones de pesos) en coimas. En pocas palabras, la espectacularidad que tanto ansía Netflix está. Pero Netflix hizo con ella algo peor que la realidad.
La canallada de El Mecanismo consiste en aferrarse a una “libertad artística” para presentar un relato y declararlo incriticable, como un escritor amateur que hace autobiografía cambiando magnánimamente los nombres de sus familiares. De esto resulta una porción de catarsis banal para gritar que se vayan todos, comfort food para caceloreros. Y nada más. Acaso un plan ideal para un fin de semana lluvioso en Sudamérica.
