una guerra contra quien sea
Medio Oriente es un gajo del mundo que mantiene a más de 300 millones de potenciales consumidores “atrapados” en ideologías nacionalistas o islámicas. Para que Occidente imponga su ley, Turquía debe entrar en guerra contra alguien. Y los misiles apuntan hacia Siria.
E n octubre proyectiles de artillería procedentes de Siria cayeron en la ciudad turca de Akcakale. Mataron a cinco personas. Las disculpas del gobierno sirio no tuvieron efecto y el ejército turco respondió con la misma moneda. En tanto el parlamento de Turquía aprobó una moción mediante la cual autoriza acciones transfronterizas, con lo cual no solo habilita a invadir Siria, sino cualquier país que consideren una amenaza para su seguridad. Por su parte, la OTAN está lista para intervenir si acaso Siria vuelve a cometer otra afrenta contra su ex aliado comercial. Para sumar convidados a la mesa, un obús sirio que calló en territorio turco en noviembre pasado, fue objeto de represalias israelíes. La contradicción se explica en que el misil explotó en las Alturas del Golán ocupadas por Israel. Algunos medios de comunicación informaron que era el primer ataque israelí contra Siria luego de la ocupación. Sin embargo, tanto Turquía como Israel vienen buscando símbolos de paz desde mucho antes.
historia del desengaño
El 15 de marzo de 2011 el ejército sirio reprimió una manifestación en la localidad de Deera. El episodio produjo un efecto contagio y las manifestaciones se multiplicaron en todo el país. Hasta ese momento, el primer ministro turco Tayyip Erdogan y el presidente sirio Bachar Al Assad confraternizaban. En 2007 efectivizaron un tratado de libre comercio, y para 2009 ambos países tenían firmados cincuenta acuerdos comerciales. En 2010 se inauguró un tren que llegó a unir las ciudades de Damasco y Estambul. Productos comestibles llegaban a Siria desde Turquía a cambio de mercadería textil mientras los pueblos se abrazaban sin necesidad de visa. Lejano parecía el año en que ambos países estuvieron al borde de la guerra.
Los roces comenzaron en 1989 cuando Siria daba refugio político a Abdullah Ocalan, líder de la guerrilla kurda de Turquía y fundador del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). El PKK había iniciado en 1984 una lucha armada contra el ejército turco en aras de lograr la independencia de la región kurda. Turquía, apoyada por EE.UU., presionó al entonces presidente sirio Hafez Al Assad (padre de Bachar) para entregar a Ocalan. El gobierno turco amenazó al sirio con dejarlo literalmente sin agua cerrando las compuertas de la represa Ataturk ubicada sobre el río Éufrates además de movilizar soldados a la frontera. Ante una inminente guerra, Hafez Al Assad cedió y Ocalan fue expulsado.
Veintidós años después el gobierno turco volvió a la retórica belicista para hablar con Siria. Erdogan insistió en que Al Assad hijo debía renunciar al gobierno diciéndole “no importa lo fuerte que intentes aferrarte al poder con tus tanques y tus armas, llegará un día y tú te marcharás porque ninguna autoridad mundial ha durado para siempre”. Palabras similares había utilizado para mudar del gobierno libio a su otro ex aliado Gadafi. Dijo: “Gadafi debe abandonar el poder y devolver el comando al pueblo libio”. Una vez asesinado Gadafi, Turquía anunció la importación de petróleo libio con intención de reducir la compra de crudo iraní, país amigo de Siria.
Pero el interés en que caiga Bachar Al Assad no tiene que ver con su persona como con Gadafi. Tampoco con los recursos del país que gobierna, como con Libia. A diferencia de lo que se dice, Siria no posee riquezas petroleras ni gasíferas de las que apropiarse. Siria es simplemente un modelo político-económico que no sirve:
Político: Siria es considerado un bastión del laicismo en Medio Oriente. Sí, es un estado laico. Su presidente es aliado del gobierno islámico de Irán, de la organización islámica Hezbolá de Líbano, y hasta febrero de este año también lo era del partido islámico Hamas (Palestina), que trasladó su solidaridad a los rebeldes. El pecado de Siria es formar parte de grupos hostiles a lo que representa Israel en la región, el estado creado por la ONU en 1947, brazo político de los EE.UU. y de la OTAN en la zona. A su vez, Inglaterra y Francia, países ocupantes y divisionistas de Medio Oriente luego de la primera guerra mundial, fueron propulsores políticos de la creación de Israel. Su instauración representa la expulsión de un millón de árabes palestinos de sus tierras, el apoyo al conservadurismo libanés que protagonizó las masacres de palestinos en Sabra y Chatila, la ocupación de las Alturas del Golán (Siria). Israel representa la hostilidad de occidente a los pueblos de la región.
Económico: Siria viene creciendo en los últimos años. Según el Banco Mundial, su PBI pasó de 40 a 59 mil millones de dólares entre 2007 y 2010, aunque habría bajado entre un 8 y un 14% desde los inicios de las revueltas. Su deuda externa se redujo de 22 mil millones de dólares en el año 2000 a 7,682 mil millones en 2011. La inflación, calculada en 7% en 2009 se duplicaría durante 2012 (segundo año de revueltas) mientras que los ingresos ya habrían caído un 40%. En tanto, en la Conferencia para la Reconstrucción Siria que se hizo en Berlín en septiembre, miembros de la oposición del Consejo Nacional Sirio, pidieron a los empresarios un plan Marshall para la reconstrucción del país.
teoría del cerco
Durante la Guerra Fría, los EE.UU. y el bloque occidental, consolidaron amistades con Arabia Saudita e Israel, para frenar la influencia soviética. También apoyaron al pro occidental Sha de Irán hasta su caída. Al triunfar la revolución de 1979 donde se estableció un gobierno islámico chiíta, pasaron su apoyo a Sadam Husein, antiguo contrincante de occidente devenido en opositor al gobierno islámico. Al mismo tiempo, sellaron amistad con Turquía, rival histórico de Rusia desde el zarismo.
Desde los tiempos de los cruzados, Turquía es la puerta de entrada al denominado mundo árabe. Su principal ciudad, Estambul, se yergue entre Europa y Asia y su religión predominante, el Islam, se entrevera con costumbres propias de occidente. Estambul es un conglomerado cultural, un corredor entre dos mundos que convierte a Turquía en aliado preciso de EE.UU. y la OTAN para comprender y controlar ese gajo del mundo. Turquía, con un ejército de un millón cien mil soldados (el segundo de la OTAN y el cuarto del mundo) junto al potencial económico de Arabia Saudita que posee la segunda reserva mundial de petróleo, e Israel, cuyos empresarios son pilar fundamental en el lobby político estadounidense, forman el muro contenedor al expansionismo nacionalista árabe y al chiísmo; lógicas que no quisieron permanecer subalternas a los intereses de las potencias del norte.
Ahora pareciera haber interés en sumar a Azerbaiyán a esta cruzada. En un reciente artículo de la BBC, “El país musulmán más cercano a Israel que a Irán”, James Reynolds afirmó que “Israel y el gobierno secular azerbaiyano comparten el mismo objetivo: controlar la propagación del islamismo político en general y en Irán en particular”. Azerbaiyán es socio económico de Turquía, a quien abastece de gas (vía Irán) y le compra productos agrícolas y militares. Para Armenia, Turquía es aliada militar de Azerbaiyán, con quien los armenios mantienen una disputa territorial que los llevó a la guerra entre 1988 y 1994. Miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, en julio Azerbaiyán recibió al canciller Héctor Timerman y a una misión comercial de 240 empresarios. No todo fueron negocios: Timerman buscó además el apoyo del presidente azerí Ilham Aliyev por Malvinas.
Irak, actualmente gobernado por el primer ministro chiíta Nuri Al Maliki y el presidente kurdo Jalal Talabani, puso fin a la presencia militar extranjera en su territorio, precisamente la misma semana en la que el primer ministro turco amenazaba a Siria con la guerra. “El Gabinete decidió cesar la presencia de bases o fuerzas extranjeras en el suelo iraquí”, dijo el portavoz gubernamental, Ali Al Dabbagh, ya que las fuerzas armadas foráneas representan “una violación de la soberanía y la seguridad nacional”. En 1995 Husein había firmado un acuerdo por el cual se le permitía a Turquía establecer bases en la provincia kurda de Dohuk. Por esos años, los EE.UU. habían establecido un escudo aéreo sobre la región para evitar ataques de la aviación iraquí sobre los kurdos. Los aviones estadounidenses que patrullaban el cielo kurdo de Irak despegaban de una base aérea ubicada en Diyarbakir, ciudad kurda de Turquía. Hoy, a pesar de que la amenaza de Husein ya no existe, la base sigue activa y los aviones estadounidenses podrían dirigir sus miras a Siria.
libremercado, cuando Siria se llama Irán
Las revueltas en Siria no comenzaron hace 21 meses. Desde tiempo atrás, la administración de Bachar Al Assad venía siendo golpeada. Luego de los atentados a las Torres Gemelas, en septiembre de 2001, la administración de Jorge, el hijo de Bush, incluyó a Siria (como a Irán) en el Eje del Mal. En 2003, aviones israelíes bombardearon Gaza, Cisjordania y un campo de refugiados palestinos en la capital siria en represalia por un atentado sufrido en la ciudad de Haifa. Hacía 20 años que Israel no atacaba Siria. El gobierno de Al Assad no respondió al bombardeo. En 2005, y tras un atentado en Tel Aviv, Israel amenazó con otro ataque. Nuevamente, el gobierno israelí acusaba a Siria de refugiar militantes de la Yihad en Damasco. En tanto el ministro de Relaciones Exteriores sirio, Faruq Al Charaa, luego de destacar la falta de pruebas, dijo: “hemos ayudado a nuestros hermanos palestinos a alcanzar una unidad nacional palestina. Esto genera dificultades a los israelíes…” En 2008, el gobierno sirio cerró una escuela y un centro cultural de los EE.UU. en Damasco en respuesta a un ataque de helicópteros en el que murieron ocho civiles sirios acusados de matar a un alto dirigente de Al Qaeda. Un mes antes, un coche bomba explotó en Sidi Qada, una zona de peregrinaje chiíta. Ese mismo año, un coche bomba mató en Damasco al líder de Hezbolá Imad Fayez Mugniyah. Nadie se atribuyó los atentados, pero se pensó que el servicio de inteligencia israelí, MOSAD, había colaborado.
La posición “estratégica” de Siria, entre Turquía e Israel, la convierte en el jamón del medio de esas dos potencias militares. Emparentados política y económicamente con los EE.UU. y la OTAN, ambos estados sirven de apoyo táctico militar a sus aliados, quienes, en verdad, no tendrían como objetivo sólo a Siria sino también a Irán. En tal caso, el presidente a derribar sería tanto Bachar Al Assad como Mahmud Ahmadineyad. Ambos están contra de lo que supone el concepto de estado de Israel, más que una religión un modelo económico, político y social. Es la proyección de occidente en la región; el ejemplo que debieran seguir los demás países. Junto con Turquía simbolizan el libremercado cuya principal legitimidad proviene del poderío militar y las alianzas internacionales. Las cárceles turcas albergan 10 mil presos políticos kurdos y 700 están hoy en huelga de hambre reclamando poder utilizar su lengua. En tanto se han registrado más de 200 fosas comunes y 3 mil desaparecidos en los últimos 30 años. Por su parte, en Israel hay más de medio millar de presos de conciencia y 10 mil presos políticos palestinos. Pero ni uno ni otro parecen ser susceptible a intervenciones militares.
Turquía comenzó a europeizar su economía con el golpe de estado de 1980 y desde 2002 hace los deberes encomendados por la Unión Europea, ávida por entrar en el bloque. Israel es diferente: fue concebido en y para los criterios occidentales. En este sentido, la dictadura laica de Siria o los teócratas chiítas de Irán, no serían retrógrados por su calidad de autoritarios o anacrónicos que gobiernan con leyes obsoletas, sino por no adecuarse al mercado bajo los términos de occidente.
Medio Oriente representa más de 200 millones de potenciales consumidores “atrapados” en ideologías nacionalistas o islámicas que les impiden abrirse al mercado. El cambio de timón fue probado exitosamente en Irak. Con la caída de Husein en 2003, Paul Bremen, máxima Autoridad Provisional puesta por los EE.UU., prohibió el acopio de semillas para futuras siembras. Inmediatamente entró al liberado país la mutinacional Monsanto.
nacionalismo o Islam
Desde principios del siglo XX la región se debate entre un modelo próximo a Occidente u otro arraigado en preceptos culturales propios. La caída del Imperio otomano en la Primera Guerra Mundial dio lugar a la formación de Repúblicas. La idea occidental de Estado-Nación había triunfado. Después, llegaría la disputa entre la URSS y los EE.UU. Parecían las únicas posibilidades, pero no. Bajo la inspiración nacionalista surgió el Panarabismo con la idea de aglutinar a todos los países árabes. Esta tercera vía, apoyada por la URSS, y cuyo máximo referente fue el presidente egipcio Abdel Nasser, cayó en desuso y el nacionalismo árabe pareció quedar vacante. El desmoronamiento de la URSS hizo creer que ya no quedaba oposición. No ha sido así. En medio de ambos bloques, sobrevivía la revolución islámica de Irán y grupos islámicos antagónicos a occidente.
La idea de Irán de no formar parte del riñón de ninguno de los dos grandes bloques era compartida por los Hermanos Musulmanes (HH.MM), organización islámica nacida en Egipto en la década de 1920. El planteo es simple: regirse por las leyes del Corán. Allí está dado lo necesario para un régimen social justo, en tanto que capitalismo y socialismo son expresiones que no logran, como el Islam, mantener a raya a líderes que pretenden ascender a escalas divinas. El rechazo a las expresiones políticas occidentales es, de algún modo, un mecanismo de defensa para preservar la cultura árabe. Así, nacionalismo e islamismo serían lo mismo, pero no. El Islam promueve la idea de Umma (comunidad) por la cual la religión está por encima de las nacionalidades. Tanto Al Assad en Siria como Nasser en Egipto representaban expresiones occidentales, de corte nacional y progresista, pero occidentales laicos.
El rechazo al occidentalismo llevó a los HH.MM. a enfrentar a Nasser y a Al Assad quienes prohibieron a esa organización islámica. Nueve décadas después de su fundación, en 2012, uno de sus miembros, Mohamed Cursi, fue electo presidente de Egipto. Así, la organización lograba capitalizar, luego de años de trabajo clandestino, la rebelión del pueblo egipcio contra el presidente Mubarak. En Siria, los HH.MM. se oponen hoy al gobierno laico de Bachar Al Assad igual que lo hicieron ayer con su padre Hafez. En Irán apareció el Ayatolá Jomeini como alternativa al régimen familiar del Sha. Los clérigos musulmanes lograron posicionarse como opción política y la revolución popular de 1979 los llevó al poder. Pero los HH.MM. y los ayatolás no son lo mismo. Sin bien comparten el sentir anti-occidental, pertenecen a ramas diferentes del Islam, siendo los HH.MM. sunitas y los ayatolás chiítas, una división que llega hasta nuestros días desde el momento mismo de la muerte del Profeta Mahoma. Al no haber designado sucesor, dos de sus primeros discípulos se enfrentaron militarmente por ese lugar. Lo curioso es que pareciera ser una disputa por el poder, por el control de los fieles, de la Umma, una aspiración contradictoria al Islam y a las postulaciones contrarias al occidentalismo que busca dominarlo todo a partir de un líder erigido por encima del resto de los mortales, lugar reservado para Dios.
Pero las disputas necesitan de alianzas y las alianzas requieren de matices. El estado sirio es laico, pero su presidente, Bachar Al Assad, es alawita, un grupo chiíta. El laicismo lo acerca a Rusia y China, mientras que su parte alawita lo alinea con la República Islámica de Irán. Sea por el laicismo o por su afinidad chiíta, es resistida por los Hermanos Musulmanes. Siendo así, los HH.MM. son susceptibles de apoyo por parte de los EE.UU. y el resto de la OTAN, cuyo principal socio en la región, Turquía, es de mayoría sunita.
Por cierto, el gobierno sirio está enfrentado con la monarquía de Arabia Saudita. Desde el inicio de las revueltas armadas, los sauditas fueron acusados por Damasco de apoyar económicamente a los rebeldes. Las denuncias han sido convalidadas por medios como ABC de España. El rey Abdullah juntó 150 millones de dólares en una colecta televisiva para los golpistas.
una guerra pa fumar
La guerra entre Turquía y Siria no solo es posible sino necesaria para que desaparezca una de las dos lógicas en pugna. La pregunta es ¿a qué posición política se combate si al nacionalismo laico o al islamismo chiíta? A las dos. Después de todo, ambas se oponen al libremercado. Otra guerra de iguales objetivos podría ser entre Irán e Israel. Como sea, el deseo es que haya una guerra en la región. Que Turquía entre en guerra contra quién sea para que la OTAN salga en su defensa, imponga su ley para beneficio de sus empresas, y logre rescatar una economía liberal que se desploma vertiginosamente.
